EL APOSENTO ALTO
Lunes, 22 de febrero de 2010El caballo que escapó El Señor, el Dios Santo de Israel, dice: «Vuelvan, quédense tranquilos y estarán a salvo».
Léase Lucas 10.38-42
-– Isaías 30.15 (VPEE)EL caballo estaba corriendo rápidamente. Mientras trataba de reducir su velocidad, tropezó. El movimiento súbito me levantó de la silla y me lanzó de espaldas al suelo. Grité por el dolor, seguro de que algo se había quebrado. Esa noche unas radiografías revelaron una herida al final de la pelvis. Necesitaría de tres a seis meses de descanso y rehabilitación.
Para alguien que le gusta estar ocupado, tal informe no era bienvenido. Durante los siguientes días me hallé luchando, sintiéndome decepcionado, enojado, frustrado y hasta sin valor. Pero la misericordia de Dios me cubrió un día mientras me sumergía en la autocompasión. Repentinamente, comencé a darle gracias a Dios por sus bendiciones infinitas en mi vida. Las lágrimas vinieron a mis ojos, a medida que mi lista de bendiciones aumentaba. Tengo muchas razones para dar gracias.
Dios me estaba enseñando muchas cosas a través de mi situación. Estaba aprendiendo a bajar el ritmo y a descansar en Cristo. Dios me recordó que mi valor no radica en las cosas que pueda o no pueda hacer, sino en el sacrificio de Jesús y en el amor de Dios por mí.
Sr. Drew Travis (California, EUA)
Oración:
Oh Dios, no permitas que el afán ocupe nuestro tiempo contigo. Que nuestra mirada esté en la cruz de Jesús. Amén.
PENSAMIENTO PARA EL DÍA
Al morir, Cristo afirmó que somos infinitamente valiosos.
OREMOS:
Por quienes realizan trabajos peligrosos.
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