El químico suizo Alfred Nobel hizo una fortuna inventando poderosos explosivos y comercializándolos con gobiernos que querían desarrollar armas de destrucción masiva. La muerte de su hermano cambio todo eso. Un periódico, accidentalmente, publicó la noticia en la que aparecía como muerto, no su hermano sino, Alfred Nobel. Fue cuando razonó la forma como sería recordado por la historia humana. Sería recordado como el inventor de las armas de destrucción masiva, el promotor de la destrucción de hombres contra hombres. El autor intelectual de muchas víctimas inocentes. Fue en ese momento que tomó la decisión de cambiar su rumbo y dedicar su fortuna a un nuevo propósito. Alfred Nobel estableció los PREMIOS NOBEL, reconociendo y premiando a las personas que alcanzaran grandes trabajos a favor de la humanidad en las artes y las ciencias. El propósito de la vida de Nobel cambió de amasar una gran fortuna a través de la destrucción de la vida a una fortuna en el enriquecimiento de la vida.
Nos permita Dios comprender lo efímero de la vida, y que lo único que vale la pena es dejar un recuerdo para enriquecer un poco algún corazón humano. Es posible, y únicamente posible, que nunca lleguemos a tener una gran fortuna, pero si podemos dejar una huella imborrable por nuestro paso sobre esta bella tierra en la que se nos ha permitido vivir.
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