jueves, 24 de febrero de 2011

LO EFÍMERO DE NUESTRA VIDA



LO EFÍMERO DE NUESTRA VIDA

 

Si pudiésemos tener consciencia de lo efímera de nuestra vida, tal vez pensaríamos dos veces antes de ignorar las oportunidades que tenemos de ser y de hacer a los otros felices.  Muchas flores son cortadas muy pronto; algunas apenas pimpollo.  Hay semillas que nunca brotan y hay aquellas flores que viven la vida entera hasta que, pétalo por pétalo, tranquilas y vividas, se entregan al viento.

 

Pero no tenemos cómo adivinar.  No sabemos por cuánto tiempo estaremos  disfrutando este paraíso.  Tampoco las flores que fueron plantadas a nuestro alrededor.  Y nos descuidamos a nosotros mismos y a los otros.  Nos entristecemos por cosas pequeñas y perdemos un tiempo precioso.  Perdemos días, a veces años.  Nos callamos cuando deberíamos hablar, y hablamos demasiado cuando deberíamos quedar en silencio.  No damos el abrazo que tanto nos pide nuestro corazón porque algo en nosotros impide esa aproximación.  No damos un beso cariñoso porque no estamos acostumbrados a eso y no decimos lo que nos gusta porque pensamos que el otro sabe automáticamente lo que sentimos.

 

Y pasa la noche y llega el día; el Sol nace y adormece, y continuamos siendo los mismos.  Reclamamos lo que no tenemos, o que no tenemos lo suficiente.  Cobramos a los otros, a la vida, a nosotros mismos, y nos consumimos comparando nuestra vida con la de aquellos que poseen más.  ¿Y si probáramos compararnos con aquellos que poseen menos?  Eso haría una gran diferencia.

 

Y el tiempo pasa.  Pasamos por la vida y no vivimos.  Sobrevivimos, porque no sabemos hacer otra cosa.  Hasta que, inesperadamente, nos acordamos y miramos para atrás.  Y entonces nos preguntamos: ¿Y ahora?  Ahora, hoy, todavía es tiempo de reconstruir alguna cosa; de dar un abrazo; de decir una palabra cariñosa; de agradecer por lo que tenemos. 

 

Nunca se es demasiado viejo, o demasiado joven, para amar, para decir una palabra gentil, para dar cariño.  No mires para atrás.  Lo que pasó, ya pasó.  Lo que perdimos, ya se perdió.  Mira hacia adelante.  Todavía hay tiempo de apreciar las flores que están enteras a nuestro alrededor.  Todavía hay tiempo de agradecer a Dios por la vida, que aunque efímera, aún la tenemos.

 

 

DIOS HARÁ LO QUE TÚ NO PUEDES HACER

 

Las crisis te han estado viniendo una tras otra.  Sales de una, y entras a otra.  En vez de disiparse, se te multiplican.  Ante esta situación, Dios te da ahora una palabra que te va a reconfortar.  Está escrita especialmente para ti:

 

Dios te confirma hoy, que aunque las aflicciones que vives ahora sean muchas, de todas, Dios se encargará de librarte.  No de algunas, de todas.  Declara entonces que así será.  Dios se encargará personalmente, de solucionarte todos esos problemas de los que no sabes cómo salir.  Aunque todo se te venga con fuerza, Dios no permitirá que te derrumbes.  Entiéndelo.  No caerás.  No te hundirás.  El poder y la fidelidad de Dios, te sostienen.  Su presencia te cubre por todos los flancos, aunque pienses que estás en medio de una tempestad descontrolada.  Por eso, independientemente de cómo estén las cosas, alégrate, porque toda esta situación te permitirá crecer en la fe y en la paciencia.

 

Bendice a Dios en todo tiempo.  No solamente cuando el sol brilla, y cuando todo te sonríe.  Sino que aún en los momentos de las pruebas más duras, como las que vives en este momento.  Convéncete, que hay cosas que solo Dios puede hacer, como la solución de tu problema que ahora te ahoga.  Posibilidades humanas, ya viste que no hay.  Así que deja que sea Dios, quien haga lo que tú no puedes hacer.  Déjalo obrar a tu favor, pero será necesario que te despojes de ciertos obstáculos que has de soltar como: La incredulidad, la desobediencia, la desesperación y el temor.

 

Créele a Dios aunque todo esté completamente al revés, aunque no veas nada de nada, aunque te sientas en el más solitario de los desiertos o en la peor de las tempestades.  Sigue sus indicaciones por muy ilógicas que parezcan, Él sabe porqué te las da.  No dejes de consultar la Sagrada Escritura para que aprendas a discernir el momento que vives.  No procedas con actitudes desesperadas, creyendo que tú vas a solucionar el problema.  Aprende a esperar.  No temas al futuro, pues toda tu historia personal está envuelta con la presencia real de Dios, desde su principio a fin. 

 

Ante la situación que sufres hoy, declara: Deseo que la paz de Dios gobierne mi vida, tengo la plena certeza que Él hará lo que yo no puedo resolver ahora.

 



.


No hay comentarios:

Publicar un comentario