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jueves, 17 de febrero de 2011
LAS LENGUAS QUE HABLA DIOS
LA ORACIÓN
Una noche, mientras se hallaba en oración, el hermano Bruno se vio interrumpido por el croar de una rana. Pero, al ver que todos sus esfuerzos por ignorar aquel sonido resultaban inútiles, se asomó a la ventana y gritó:
- ¡Silencio! ¡Estoy orando!
Como el hermano Bruno era un hombre muy piadoso, su orden fue obedecida de inmediato: todo ser viviente acalló su voz para crear un silencio que pudiera favorecer su oración.
Pero otro sonido vino entonces a perturbar al hermano Bruno, era una voz interior que decía:
- Quizás a Dios le agrade tanto el croar de esa rana como el cantar de sus salmos.
- ¿Qué puede haber en el croar de una rana que resulte agradable a los oídos de Dios? -fue la displicente respuesta del hermano Bruno-.
Pero la voz siguió hablando:
- ¿Por qué crees que Dios inventó el sonido?
El hermano Bruno decidió averiguar el porqué. Se asomó de nuevo a la ventana y ordenó:
- Canta. Y el rítmico croar de la rana volvió a llenar el aire, con el acompañamiento de todas las ranas del lugar. Y cuando el hermano Bruno prestó atención al sonido, éste dejó de crisparle, porque descubrió que, si dejaba de resistirse a él, el croar de las ranas servía, de hecho, para enriquecer el silencio de la noche.
Y una vez descubierto esto, el corazón del hermano Bruno se sintió en armonía con el universo, y por primera vez en su vida comprendió lo que significaba orar.
Autor Desconocido
LAS LENGUAS QUE HABLA DIOS
Un misionero español visitaba una isla cuando se encontró con tres sacerdotes aztecas a quienes preguntó:
- ¿Cómo oran
Uno de los aztecas respondió:
- Sólo tenemos una oración. Decimos: "Dios, Tú eres tres, nosotros somos tres. Ten piedad de nosotros".
- Hermosa oración -dijo el misionero-. Pero es una oración que Dios no va a escuchar. Os enseñaré una mucho mejor.
El pastor les enseñó una oración, y siguió su camino de evangelización. Años más tarde, en el barco que lo llevaba de vuelta a España, tuvo que pasar de nuevo por aquella isla. Desde la cubierta, vio a los tres sacerdotes en la playa y les hizo un gesto de despedida. En ese momento, los tres comenzaron a caminar por el agua, en dirección a él.
- ¡Pastor!, ¡Pastor! -gritó uno de ellos- mientras se acercaba al barco. ¡Enséñenos de nuevo la oración que Dios escucha, es que no la recordamos!
- No importa -dijo el misionero al ver el milagro. Y entonces pidió le perdón a Dios por no haber entendido antes, que Él hablaba todas las lenguas.
Autor Desconocido
¿QUIERES HABLAR CON DIOS?
Cada día resulta más fácil comunicarse con los hombres; pero, ¿y con Dios? Aquí tienes algunas reglas para llamarlo y contar con Él, cuando desees:
Una conversación telefónica con Dios no es un monólogo. No hables sin parar, escucha al que habla al otro lado.
No adoptes la costumbre de llamar sólo en casos de urgencia. Eso no es un trato entre amigos.
No seas tacaño. No llames sólo a las horas de "tarifa reducida", es decir, cuando toca o en fines de semana. Una llamada breve en cualquier momento del día sería lo ideal.
Recuerda que las llamadas son gratuitas y no pagan impuestos.
No olvides decirle a Dios que te deje en el contestador todos los mensajes que quiera y cuando quiera.
Toma nota de las indicaciones que Él te diga para que no las eches en el olvido.
Si a pesar del cumplimiento de estas reglas la comunicación se torna difícil, dirígete con toda confianza a las oficinas del Espíritu Santo. Él restablecerá la comunicación.
Si tu teléfono no funciona, llévalo al taller de reparación que lleva por nombre "Sacramento del Perdón". Allí todas las reparaciones son gratuitas y tienen garantía de por vida.
Autor Desconocido
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