miércoles, 23 de febrero de 2011

La gracia del reino

EL APOSENTO ALTO

Miércoles, 23 de febrero de 2011
La gracia del reino

Léase Lucas 11.1-4

Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
-Mateo 6.10 (NVI)

UNA de mis partes favoritas en la adoración matutina es orar el Padrenuestro con la congregación. El orar para que venga el reino de Dios y para que se haga su voluntad en la tierra es muy significativo para mí, especialmente cuando escucho a cientos de personas expresar su deseo de que Dios gobierne sus vidas. Cuando oro el Padrenuestro, como lo hago casi todos los días, recuerdo mi necesidad de someter mi voluntad a Dios diariamente. Aunque es una lucha para mí a veces separar tiempo para ajustar mi voluntad a la voluntad de Dios, he hallado que ese momento de oración es vital cada mañana, a medida que me preparo para enfrentar los retos del nuevo día.

Aun así, me disgusto cuando fracaso en seguir mis intenciones de someter mi voluntad a la voluntad de Dios. Pero también sé que parte del «pan diario» que Dios provee es el perdón y la fortaleza para resistir la tentación. Cada día experimento la disposición de Dios de dejarme comenzar nuevamente, no importa cuantas veces fallo. Así como el Padrenuestro me enseña cómo orar, también sirve como un canal de la gracia de Dios en mi vida.

Sr. K. Jackson Peevy (Alabama, EUA)

Oración:

Amado Señor, queremos que tu reino triunfe, pero a menudo fallamos en hacer tu voluntad. Danos tu gracia. Amén.
PENSAMIENTO PARA EL DÍA

Frente a nuestros fracasos, Dios provee la gracia para recomenzar.


OREMOS:

Por quienes dirigen la adoración en mi iglesia.



ES MEJOR DAR QUE RECIBIR
¡Reparte a manos llenas!  Una palabra oportuna, una sonrisa, una actitud animadora, un pensamiento generoso, y tu corazón sentirá esta gran verdad:  ¡Es mejor dar que recibir!  ¿Nunca lo sentiste?, ¡Experiméntalo!  Ayuda a alguien sin esperar nada a cambio, y verás cómo llegará a tus puertas, con las manos llenas de alegría, la más grande felicidad que puedas experimentar en la vida... ¡La felicidad de dar!..


Pedro: el sediento de Dios



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