viernes, 25 de febrero de 2011

EL VALOR DE LA PALABRA DADA

 


EL VALOR DE LA PALABRA DADA
 
En medio de la cultura de "el papel es lo que vale", la palabra empeñada tiene cada vez menos valor.
 
Las personas criadas en el campo son fervientes defensores de este valor y son capaces de asegurar la venta de un terreno tan sólo con la palabra dada.  En la agitada vida citadina, confiar en la palabra se ha convertido en sinónimo de ingenuidad.  Pero aún más, en la familia empeñar la palabra y no cumplirla puede decantar más que en una desilusión, en una falta de confianza entre sus integrantes que terminará por alejarlos. 
 
Cuando se le promete a un niño: "si sacas buenas notas en el colegio, te voy a llevar de paseo", ya estamos empeñando la palabra y si el paseo nunca llega, el niño empezará a desconfiar de la sinceridad de su progenitor.  Y si este fenómeno se repite en otras situaciones, con el paso del tiempo el adolescente no sólo no creerá en las promesas de su familia, también interiorizará que mantener la palabra no vale la pena. 
 
El niño aprende muy pronto que cuanto más promete o amenaza un padre/madre, menos cumple lo que dice.  Cada promesa o amenaza no cumplida es una pérdida de autoridad. Por eso, las promesas y amenazas deber ser realistas, es decir: fáciles de aplicar. Un día sin televisión o sin salir, es posible. Un mes es imposible.
 
Cumplir con la palabra dada en los adolescentes es un valor cada vez más olvidado.  Mantener la palabra y la confianza están totalmente ausentes de su dinámica familiar.  Los jóvenes no se comprometen con nada y cuando lo hacen, no lo cumplen.  Tampoco confían en lo que se les dice, y en general son personas que se siente abandonadas y desprotegidas.
 
Pero, ¿qué significa el valor de la palabra dada?  "Significa que la palabra empeñada pasa a ser ley, por lo tanto, al hacernos cargo de las cosas señaladas debemos responder a la expectativa creada, y luego de ello mantener un protocolo de conducta que nos permite ser considerados personas creíbles".  
 
Así como enseñamos a nuestros hijos a ser honestos, a no mentir y ser respetuosos, también debemos enseñarles el valor de la palabra como una forma de cumplir con las promesas hechas y ser honorable.  Los valores son los cimientos de la vida personal, pero ante todo, de la calidad de la vida familiar que, a la larga, es una réplica de las relaciones con los demás.
 
Mantener la palabra es uno de los calificativos más importantes con aquellos que están a nuestro alrededor.  En otras sociedades como la japonesa, el valor de la palabra y el honor que se desprende de cumplir las promesas es muy importante.  Ser capaz de transmitir esa sensación de seguridad y de compromiso con la vida es una carta de presentación que alimentará y hará crecer todo lo que sembremos a nuestro alrededor, y será la dignidad que nos permita llevar la espalda recta y la frente erguida.
 
Cuando hacemos una promesa nos comprometemos en dos dominios: sinceridad y competencia. La desconfianza surge del juicio que hacemos de que quien promete carece de sinceridad y/o de competencia y por ende, no podemos asegurar su cumplimiento.  Cuando hago una promesa me comprometo a la sinceridad de la promesa involucrada y cuando me comprometo a cumplir una promesa, me estoy comprometiendo también a tener la competencia para cumplir con las condiciones de satisfacción estipuladas y en un tiempo determinado.
 
OTROS VALORES FAMILIARES

No sólo los niños deben aprender, también los padres deben comprender que fomentar ellos mismos los valores es la mejor manera de transmitirlos a los hijos.  Además de mantener la palabra, otros valores fundamentales que se deben cultivar en una familia son:
 
    Terminar un deber difícil o un trabajo complicado, que fomenta el valor de la perseverancia y de la responsabilidad.
    Cuidar las relaciones familiares, que significa que la familia es un eje fundamental y que alejarse de los seres queridos es el camino más rápido hacia la soledad.
    Respetar a los demás.
    Aceptar perder cuando se juega.  Los juegos son importantes para la salud mental de los miembros de la familia y para la convivencia diaria.
    Mostrar que los fracasos son parte de la vida y que no hay que amilanarse ante ellos, al contrario, levantarse y continuar.
    Reconocer los propios errores y no quedarse anclado en ellos.
 
EJERCICIOS PARA RECUPERAR LA CONFIANZA
 
Una vez que la falta de cumplimiento en la palabra ha deteriorado las relaciones familiares, se  recomienda realizar los siguientes ejercicios para recuperarla.
 
    Comprométase con algo sencillo, sin ofrecer otra cosa a cambio: se trata de que la familia vea que usted es capaz de comprometerse sin tener que estar sometido a cumplir con un castigo o una pena.
    Haga sólo promesas que pueda cumplir: una vez que la confianza empieza a recuperarse, lo mejor es hacer compromisos sobre los cuales no exista ningún riesgo de no cumplir.
    No de excusas. Dar excusas sobre una promesa incumplida sólo reforzará en los niños, por ejemplo, la idea de que el incumplimiento se puede solucionar con una "mentira piadosa".
    Hable con ellos de las razones económicas o personales por las cuales no puede comprometerse: explicar a los integrantes de la familia su situación les permitirá entender por qué no seguirá empeñando su palabra, al menos, por un tiempo. 
 
        
¿

. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario