viernes, 15 de octubre de 2010

Envejerces es obligatorio; madurar es opcional


ENVEJECER ES OBLIGATORIO; MADURAR ES OPCIONAL

El primer día en la universidad nuestro profesor se presentó y nos pidió que procuráramos llegar a conocer a alguien a quien no conociéramos todavía.  Me puse de pie y mire a mi alrededor, cuando una mano me tocó suavemente el hombro. Me di la vuelta y me encontré con una viejita arrugada cuya sonrisa le alumbraba todo su ser.
-    ¡Hola, guapo! Me llamo Rosa. Tengo ochenta y siete años. ¿Te puedo dar un abrazo?.  
 
Me reí y le contesté con entusiasmo:
-    ¡Claro que puede!
 
Ella me dio un abrazo muy fuerte.
 
-    ¿Por qué esta usted en la universidad a su edad, cuando debería estar descansando?, le pregunte.
 
Riéndose, me respondió:
-    Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener unos dos hijos, y luego jubilarme y viajar.
 
-    Se lo pregunto en serio, le dije.  Quería saber qué le había motivado a ella a afrontar ese desafío a su edad.
 
-    ¡Siempre soñé con tener una educación universitaria y ahora la voy a tener!, me dijo.
Después de clases, caminamos hacia la cafetería de estudiantes y compartimos un café. Nos hicimos amigos enseguida. Todos los días durante los tres meses siguientes salíamos juntos de la clase y hablábamos sin parar. Me fascinaba escuchar a esta "máquina del tiempo". Ella compartía su sabiduría y experiencia conmigo.
 
Durante ese año, Rosa se hizo muy popular en la universidad; hacia amistades a donde iba. Le encantaba vestirse bien y se deleitaba con la atención que recibía de los demás estudiantes. Lo estaba pasando de maravilla.  Al terminar el semestre, invitamos a Rosa a hablar en nuestro banquete de cierre de la temporada de fútbol. No olvidaré nunca lo que ella nos enseñó en esa oportunidad. Luego de ser presentada, subió al podio. Cuando comenzó a pronunciar el discurso que había preparado de antemano, se le cayeron al suelo las tarjetas donde tenía los apuntes.

Frustrada y un poco avergonzada se inclinó sobre el micrófono y dijo simplemente:
-    Disculpen que esté tan nerviosa. Dejé de tomar cerveza por cuaresma y este whisky me esta matando.  No voy a poder volver a poner mi discurso en orden, así que permítanme simplemente decirles lo que sé.

Mientras nos reíamos, ella se aclaro la garganta y comenzó:
-    No dejamos de jugar porque estamos viejos; nos ponemos viejos porque dejamos de jugar. Hay solo cuatro secretos para mantenerse joven, ser feliz y triunfar:  Tenemos que reír y encontrar el buen humor todos los días.  Tenemos que tener un ideal. Cuando perdemos de vista nuestro ideal, comenzamos a morir. ¡Hay tantas personas caminando por ahí que están muertas y ni siquiera lo saben!  Hay una gran diferencia entre ponerse viejo y madurar. Si ustedes tienen diecinueve años y se quedan en la cama un año entero sin hacer nada productivo se convertirán en personas de veinte años. Si yo tengo ochenta y siete años y me quedo en la cama por un año sin hacer nada tendré ochenta y ocho años. Todos podemos envejecer. No se requiere talento ni habilidad para ello. Lo importante es que maduremos encontrando siempre la oportunidad en el cambio.  No me arrepiento de nada. Los viejos generalmente no nos arrepentimos de lo que hicimos sino de lo que no hicimos. Los únicos que temen la muerte son los que tienen remordimientos.
 
Terminó su discurso cantando 'La Rosa'.  Nos pidió que estudiáramos la letra de la canción y la pusiéramos en práctica en nuestra vida diaria. 
 
Rosa termino sus estudios, y una semana después de la graduación, murió tranquilamente mientras dormía. Más de dos mil estudiantes universitarios asistieron a las honras fúnebres para rendir tributo a la maravillosa mujer que les enseñó con su ejemplo que nunca es demasiado tarde para llegar a ser todo lo que se puede ser.
 
Estas palabras han sido divulgadas por amor, y en memoria de Rosa:  "ENVEJECER ES OBLIGATORIO, MADURAR ES OPCIONAL."
 
Si alguna vez no te dan la sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya, porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa, como aquel que no sabe sonreír a los demás.
 
Esta es una historia real que sucedió en la Universidad de Antioquia (Medellín-Colombia).
 
Autor Desconocido   
 
CANCIÓN DE LA ROSA
 
Hay que cortar la rosa, pues de cualquier manera
se secará en la rama su adorable ornamento;
y, al renacer cien veces con cada primavera,
es cien veces más triste que la deshoje el viento.

Hay que cortar la rosa, pues siempre se termina
fugazmente su encanto para aquel que lo ama,
y al final sobrevive solamente la espina,
que es también lo primero que le nace a la rama.

Por eso, en esta angustia de andar hacia el olvido,
lúgubres caminantes de la noche luctuosa,
para no lamentarnos del tiempo que se ha ido
hay que cerrar los ojos y hay que cortar la rosa.

 Pedro: el sediento de Dios



No hay comentarios:

Publicar un comentario