lunes, 19 de abril de 2010

La injusticia

LA INJUSTICIA

Dios nos llama a ser semejantes a él. Esto implica ser justos como él, equitativos, rectos e íntegros en todos nuestros actos, porque vivimos en una sociedad atestada de injusticias.  En todos los niveles, en todas las esferas de la actividad humana, en todos los países y en todas las relaciones, se cometen injusticias.
 
Dado que Dios es justo, él se opone a toda injusticia, porque la justicia es la virtud que da a cada uno lo que le pertenece; es el recto proceder en las relaciones unos con otros, y la injusticia es lo opuesto a este proceder. Ser injusto, es no dar a cada uno lo que le corresponde según sus derechos, ya sea a Dios o a nuestros semejantes. La justicia es cualidad divina y exigencia que Dios impone a los hombres y mujeres en todos los órdenes de la vida.  Las raíces principales de la injusticia son la rebelión y el egoísmo del corazón humano; en otras palabras, la falta de amor hacia Dios y hacia nuestro prójimo. El que ama procede con justicia. 
 
En el lenguaje de Dios todo pecado es injusticia.  Dios es nuestro creador, nuestro dueño, nuestra autoridad suprema, nuestro Padre y Señor. Como tal, a Él le debemos honra suprema, respeto, temor reverencial, obediencia total, sumisión absoluta, gratitud, amor incondicional, alabanza, adoración exclusiva y fidelidad hasta el fin. No darle a Dios sus derechos es la mayor injusticia. 
 
El hombre, criatura e imagen de Dios, ha recibido del creador derechos que todos debemos respetar: dignidad, individualidad, libertad, justa retribución de su trabajo, adquisición de bienes como fruto de su labor, derecho a vivir, a tener salud, a formar familia, a ser socorrido en el infortunio, etc. No reconocer a nuestros semejantes estos derechos es cometer injusticia.

Todo mal comportamiento hacia el prójimo es injusticia. Por ejemplo:

    El chisme, la calumnia, la injuria y los insultos atentan contra la dignidad del ser humano.
    El robo, los sueldos injustos, las estafas y el incumplimiento laboral son injusticias muy evidentes contra los bienes del prójimo.
    El crimen, los secuestros, la extorsión y la dictadura atenta contra la libertad y la dignidad humana.
 
Todos nuestros semejantes tienen derecho de ser tratados con justicia, respeto, amabilidad. Tienen derecho a ser oídos, a tener libertad de conciencia, a ser tratados como personas, como individuos. La mentira, la usura, el soborno, la agresión, la fornicación, el engaño, la envidia, la altivez, el homicidio, la discriminación racial o de clases, la indiferencia hacia el menesteroso, etc.. 
 
Dios declara que "no hay justo, ni aún uno". Todos hemos actuado injustamente contra Dios no amándolo, y no obedeciéndolo con todo el corazón; y contra nuestro prójimo tratándolo mal, criticándolo por detrás, no cumpliendo con nuestra palabra, engañándolo, juzgándolo, robándole, no pagándole lo justo puntualmente, despreciándolo, etc. Es que nuestra naturaleza humana es egoísta, y como tal muy propensa a cometer injusticias. Todos somos hallados faltos ante los ojos de Dios. 
 
La justicia de Dios es uno de sus atributos morales. Él es el único justo en sentido absoluto. La justicia es la primera manifestación de la santidad.  Dios ama la justicia y aborrece la maldad.  Dado que Dios es justo, Él revela su ira contra toda impiedad e injusticia de los hombres, porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad, pero su ira se manifiesta plenamente en el día en que juzgará con justicia toda injusticia de los hombres.
 
Nuestra responsabilidad es hacer justicia, no exigir que se nos haga justicia.  Debemos soportar con paciencia la injusticia que nos hagan los hombres y perdonar a los que nos agravian.  Porque algunos parecen entender el evangelio al revés: en lugar de amar, exigen amor; en vez de dar, piden; no sirven, pero quieren ser servidos; en lugar de hacer justicia, exigen que se les haga justicia. 
 
Autor Desconocido   
 
DIOS USA
 
Dios usa;
 
    La soledad para enseñar la convivencia.
    La rabia para mostrar el valor infinito de la paz.
    El tedio para resaltar la importancia de la aventura y del abandono.
    El silencio para enseñar sobre la responsabilidad de las palabras.
    El cansancio para que se pueda comprender el valor del despertar.
    La enfermedad para resaltar la bendición de la salud.
    El fuego para enseñar sobre el agua.
    La tierra para comprender el valor del aire.
    La muerte para mostrar la importancia de la vida.
 
Paulo Coelho   


 



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