martes, 20 de abril de 2010

Bienes comunes

BIENES COMUNES
 
Estimada Cristina:
 
Ayer recibí una misiva de tu abogado donde me invitaba a enumerar los bienes comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo matrimonial.  A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la certificación al Notario y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia ante el tribunal.
 
Como verás, he dividido la lista en dos partes.  Básicamente, un  apartado con las cosas de nuestros cinco años de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra con las que te puedes quedar tú.  Para cualquier duda o comentario, ya sabes que puedes llamarme al teléfono de la oficina (de ocho a cuatro) o al móvil (hasta las once) y estaré encantado de repasar la lista contigo. 
 
COSAS QUE DESEO CONSERVAR:
 
    La carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez en la oficina. 
    El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te bajaste en la segunda planta, y yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra. 
    El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a cenar. 
    La mancha de rimel que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos. 
    La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tu pecho. 
    El mordisco que dejé en tu hombro y tuviste que disimular con maquillaje porque tu vestido de novia tenía un escote de palabra de honor. 
    Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra luna de miel en Londres. 
    Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos. 
    También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti.
 
COSAS QUE PUEDES CONSERVAR TÚ:
 
    Los silencios. 
    Aquellos besos tibios y emponzoñados, cuyo ingrediente principal era la rutina. 
      El sabor acre de los insultos y reproches.
    La sensación de angustia al estirar la mano por la noche para descubrir que tu lado de la cama estaba vacío. 
    Las náuseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu ropa. 
    El cosquilleo de mi sangre pudriéndose cada vez que te encerrabas en el baño a hablar por teléfono con él.
    Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno en tu ingle.
    Jorge y Cecilia... Los nombres que nos gustaban para los hijos que nunca llegamos a tener. 
    Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro matrimonio (el coche, la casa, etc.), sólo comunicarte que puedes quedártelos todos.   Al fin y al cabo sólo son eso:... objetos. 
 
Por último, recordarte el número de teléfono de mi abogado para que tu letrado pueda contactar con él y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio para ratificar nuestro convencimiento.
 
Afectuosamente, Roberto.   
 
Bienes comunes, presentada bajo el seudónimo "César Romero Leal", y cuya autora es Susana López Rubio de Madrid (España).  Ganadora del III Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor.  
 
¿CASADO Y ABURRIDO?
 
Déjame hacerte algunas preguntas. ¿Eres tú una persona entusiasta, entretenida, agradable y cordial? ¿Estás seguro de que el aburrido no eres tú?

Como marido tú puedes hacer que tu esposa sea aburrida o interesante, quejosa o encantadora. Tú haces la diferencia y eso depende de cómo la trates. Por lo tanto te aconsejo que decidas ayudar a tu esposa para que se vuelva atractiva e interesante nuevamente a través del poder del amor.
 
Te lo explico en términos prácticos:
 
En primer lugar, acepta a tu esposa tal como es, sin tratar de cambiarla. Recuerda cuando te enamoraste de ella, cuando le propusiste matrimonio, cuando se casaron. ¿Acaso no viste algo especial en esa mujer? ¿Por qué entonces ahora, varios años después, te parece que es aburrida? Quizás quien haya cambiado seas tú y no ella. Por lo tanto, acéptela como una persona especial porque eso es lo que es ella.

Considera la manera en que tratas a tu esposa. ¿La sorprendes de vez en cuando con un regalito? ¿Le muestras que aún la amas, que la quieres hacer feliz? Si ya no haces por ella las cosas especiales que solías hacer cuando joven, entonces simplemente te has aburrido de ti mismo y no de ella. Es tiempo de cambiar.

Comienza a interesarte en las actividades de tu esposa y no sólo en las tuyas propias. Descubre cuáles son las cualidades únicas que Dios le ha dado a tu mujer, descubre sus necesidades y trata de hacer algo por ella. No llegues a casa a la noche quejándote por el día que has tenido. Pregúntale a ella cómo le ha ido.

Asegúrate de que tu esposa no esté en la casa todo el tiempo. Invítala a cenar regularmente, o sencillamente a dar un paseo o una simple caminata. Además, comienza a hacer planes para tomar unas minivacaciones. Elije algún lugar que tú sepas que ella va de disfrutar. Sé creativo. Usa la imaginación. No hay razón para que tú permanezcas aburrido ni para que aburras a los demás.

Luis Palau   


 



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