jueves, 6 de mayo de 2010

Un Dios que no abandona


 
UN DIOS QUE NO ABANDONA
 
Hay dolores tan vivos que queman, tan hondos  que inundan, tan arrasadores que destruyen y tan violentos que dominan.  Mi río, tan alegre, está llorando, mi lámpara, tan tibia, está opaca, mi rosa, tan fragante, está mustia, mi montaña, tan alta, está escondida, mi cántaro, vacío. ¡Y mis cuerdas, rotas!
 
Yo tengo una espina por dentro, un quejido sordo,  una herida abierta, un dolor que me aplasta y me consume.  Pero más allá, en lo más hondo de mi raíz, en la  médula de los huesos, disuelta en la sangre que me circula, tengo fe en un Dios que no me abandona.
 
Zenaida Bacardí de Argamasilla
Tomado de su libro: Con las Alas Abiertas
 
DIME SEÑOR
 
    Dime Señor, ¿por qué cuando no estoy contigo, los días son más tristes y melancólicos, cargados de nubes grises y sin un rayo de luz?
 
    Dime Señor, ¿por qué cuando me faltas Tú, me irrito con facilidad, no tengo consideración con los demás, y todos me parecen falsos y embusteros?
 
    Dime Señor, ¿por qué cuando no estás a mi lado, el trabajo se me hace más pesado, los sufrimientos eternos, las noches de confusión interminables; y experimento insatisfacción, angustia y duda?
 
    Dime Señor, ¿por qué cuando me ausento de tu presencia, le pierdo sentido a la vida y busco refugio a mi soledad en los vicios, en el aturdimiento, a pesar de que sólo encuentro sinsabores y tribulación?
 
Dios Mío, si de Ti me viene la alegría, el deseo de amar y de vivir, concédeme estar siempre contigo.
 
Amén   
 
LA JUSTICIA DIVINA
 
El poder de Dios es santo, cargado de amor ilimitado, tal como es su poder, infinito, sin limites, e inconmensurable. La justicia de los hombres, no es la misma justicia que Dios imparte. La justicia humana se basa en leyes, precisamente, creadas por el hombre. Pero la Justicia de Dios se fundamenta en la bondad, y en la misericordia.
 
La justicia no es darle a cada quien lo que le corresponde, según la definición vigente hasta hoy y nacida en el Derecho Romano.  Esta es una justicia que se funda y consagra en los principios, valores y cánones, siempre imperfectos de los seres humanos. La Justicia de Dios es darle a cada una de sus criaturas, no lo que le corresponde, sino lo que la bondad, la misericordia y el amor de Dios, decidan. Por ello, generalmente no existe conformidad entre nuestros actos y la Justicia que en definitiva recibiremos de Dios. Ello explica por qué la palabra de nuestro Señor garantiza el perdón, la misericordia y la piedad de nuestro Padre Celestial. En cambio, la Justicia de la Ciencia del Derecho, involucra mas un sistema de recompensas y castigos, que una verdadera justicia. Gracias a la misericordia de Dios, siempre tendremos la oportunidad de arrepentirnos de nuestras malas acciones, hacer propósito de enmienda, y obtener el perdón de nuestras faltas.
 
Nunca digas: -¡Me vengaré de ese daño!  Confía en el Señor, y Él actuará por ti, porque el que siembra maldad cosecha desgracias.  Haz el bien a quienes te odian, y bendice a quienes te maldicen.
 
Amén   

 



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