jueves, 20 de mayo de 2010

La última oportunidad


LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD
 
Había un hombre cuyo matrimonio se deshizo porque él le fue infiel a su mujer. El hombre pasó por toda una crisis de emociones, pero finalmente se dio cuenta de su gran error y acudió a su esposa herida. Ella se había enterado del adulterio unas semanas antes y cuando él llegó arrepentido a solicitarle su perdón, ella ya había tomado una decisión. Le dijo a su marido que una infidelidad era algo que simplemente no se podía perdonar. Le indicó que por el bien de los tres hijos que tenían, iban a seguir viviendo juntos, pero que definitivamente las cosas ya no iban a poder volver a ser iguales.

A partir de entonces, ella le negó todo contacto íntimo y le hizo la vida imposible. En las reuniones familiares o de amigos, ella se burlaba de él y lo humillaba ante los demás. Así fueron transcurriendo los años en ese infierno, hasta que por fin los tres hijos se casaron y ellos se quedaron solos. La mujer se sintió sola y llena de nostalgia y le dijo a su marido: ¿Te acuerdas de aquella infidelidad? ¡He decido perdonarte! El hombre soltó una carcajada y le contestó: "No gracias, ya no puedes perdonarme; he sufrido humillaciones, malos tratos, burlas y desprecio por el error que cometí; yo lo acepté porque sabía que era mi merecido, pero ahora no puedes perdonarme simplemente porque "yo ya pagué mi culpa".
 
Carlos Cuauhtemoc Sánchez
Tomado de su libro: La Última Oportunidad
 
EL RESENTIMIENTO EN EL MATRIMONIO
 
Muchas parejas, han terminado su matrimonio, de alguna manera, por la falta del perdón de uno de los dos, o por la falta de perdón por parte de ambos.  Son parejas que han sido heridas y aunque ha pasado el tiempo, han seguido maltratando a su conyugue por sus culpas, otras no hacen ningún reproche, pero manipulan al otro para que haga lo que desee, porque saben que la otra persona como se siente culpable por algo que hizo, siempre terminará cediendo, como resultado de querer limpiar sus culpas, aunque sea complaciendo a la persona a quien una vez el mismo le hirió.  Otras personas no reprochan, ni manipulan, pero si cambian de actitud con la otra persona, y nunca mas vuelve a ser la misma para con su conyugue.
 
El resentimiento por cosas pasadas que no se han sanado puede destruir un matrimonio.  Hay muchos matrimonios que están viviendo consecuencias de errores del pasado que generaron resentimientos y no las han sanado.  Todos nosotros como seres humanos cometemos errores de muchas clases que generan consecuencias dolorosas. Cuando cometemos esos errores con nuestro cónyuge, el matrimonio sufre como relación. Ahora, si hay perdón con arrepentimiento, entonces las consecuencias pueden ser minimizadas.  Pero cuando se guarda un resentimiento y no se sana, entonces se va desarrollando y se puede convertir en una raíz de amargura que es como un veneno que va dañando las relaciones del matrimonio y de toda la familia.

Cuando en un matrimonio hay resentimiento no sanado por situaciones vividas en el pasado, la relación se estanca y se va deteriorando y puede llegar un momento en que sientan hasta odio. La única salida al resentimiento es sacar a la luz el problema, hablar sinceramente de los sentimientos y tomar la decisión de perdonar y dejar el pasado. El pasado nunca va a resolver los problemas, pero pedir perdón y perdonar si puede hacer diferente el futuro.
 
El perdón sincero con arrepentimiento del que lo pide y la actitud sabia del que lo otorga, activa el perdón del Señor en nuestras vidas y las bendiciones para nosotros y nuestras familias. Perdonar muchas veces no es fácil, pero es un mandato de Dios que nos conviene y nos trae paz a nuestras vidas. El perdón es una cicatriz que embellece; es un regalo inmerecido que al igual que el amor nunca puede ser un premio. Perdonar es la única manera de extraer de nuestro cuerpo el veneno que quizás alguien nos ha inyectado pero es a nosotros mismos a quien nos daña. No le estás haciendo un favor al otro al perdonarlo, te lo estás haciendo a ti mismo. Cuando el odio hecha raíces en tu alma, aunque no lo quieras te invade la pesadumbre, pero cuando perdonas sinceramente, te inunda una paz inmensa. No estás castigando ni beneficiando con el odio o con el perdón, al agresor, el castigo o el premio te lo das a ti mismo.
 
El perdón, nos permite poder alcanzar otros retos que tenemos por delante, tales como cimentar el amor, la comprensión, la paz, y la libertad; si no podemos perdonar a la otra persona, no podemos sentirnos libres con ellas, no podemos tener paz al lado de ella, no la estamos comprendiendo, y simplemente la estamos amando a medias.

Un punto muy importante que hay que comprender es qué valores obtuvimos desde niños acerca del perdón.  Es posible que hayamos crecido en un hogar donde alguno de los padres nunca perdonó a su conyugue, y sin querer adoptamos ese hábito aprendido; también suele suceder, que desde niños, fuimos maltratados por nuestros padres; y nunca pudimos perdonarlos, o puede que los hallamos perdonado, pero bajo la condición interna, de que lo perdonábamos por ser nuestros padres; pero que a otros no le aguantaríamos jamás nunca nada, y tal vez nos la pagaría porque ya es suficiente con tener que soportar lo que nos hicieron nuestros padres.
 
En el matrimonio es importante, que ambos construyan esta base tan primordial como lo es el perdón; y ambos aprendan a declararle al otro que le perdona, y también que ambos aprendan a pedirse perdón cuando fallan, pero más importante aún aprender a perdonar al otro, aún antes de que este pida perdón, porque muchas veces las personas no piden perdón, porque son orgullosos y no reconocen el error, sino que al contrario, se sienten tan desgraciados por haber fallado que se sienten sin moral para pedirle perdón al otro.

En el matrimonio, es vital que los dos esposos aprendan a hablar acerca del perdón, y a pedirse perdón, a ofrecer perdón, y a demostrar perdón, que no solo sea de palabras, sino que también con las acciones, podemos hacerle sentir al otro que le hemos perdonado.  No es bueno dar perdón solo de hecho y sin palabras, ni solo de palabras, pero sin hechos; el verdadero perdón se manifiesta con palabras y con hechos.
 
ORACIÓN DE LOS ESPOSOS
 
Señor,
 
    Haz de nuestro hogar un sitio de tu amor.
    Que no haya injuria porque Tú nos das comprensión.
    Que no haya amargura porque Tú nos bendices.
    Que no haya egoísmo porque Tú nos alientas.
    Que no haya rencor porque Tú nos das el perdón.
    Que no haya abandono porque Tú estás con nosotros.
    Que sepamos marchar hacia Ti en nuestro diario vivir.
    Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio.
    Que cada noche nos encuentre con más amor de esposos.

    Haz, Señor, de nuestras vidas que quisiste unir una página llena de Ti.
    Haz, Señor, de nuestros hijos lo que Tú anhelas, ayúdanos a educarles y orientarles por el camino.
    Que nos esforcemos en el consuelo mutuo.
    Que hagamos del amor un motivo para amarte más.
    Que demos lo mejor de nosotros para ser felices en el hogar.
    Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro nos concedas el hallarnos unidos para siempre en Ti.

 



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