martes, 31 de agosto de 2010

Falta de tiempo



FALTA DE TIEMPO
 
Hoy, al atender el teléfono que insistentemente exigía atención, mi mundo se desmoronó.  Entre sollozos y lamentos, la voz del otro lado de la línea me informaba que mi mejor amigo, mi compañero de todos los días, mi hombro, camarada, había sufrido un grave accidente, y falleció instantáneamente.
 
Recuerdo haber colgado el teléfono y caminado a pasos lentos hacia mi dormitorio, mi refugio particular.  Las imágenes de mi juventud vinieron casi instantáneamente a mi mente.  La facultad, las borracheras, las conversaciones, las salidas hasta altas horas de la noche, los amores no correspondidos, las confidencias al pie del oído, las complicidades, las risas...
 
Recordé las lágrimas de las despedidas, y principalmente, las promesas de nuevos encuentros.  Recuerdo las promesas de que nunca sería olvidado, y realmente nunca lo fui.  Perdí la cuenta de las veces en que cariñosamente me llamaba cuando yo estaba en el fondo del pozo.  Los mensajes que nunca respondí, que constantemente me enviaba, llenando mi correo electrónico de esperanzas y promesas de un futuro mejor.  Recuerdo que fue su rostro preocupado el vi cuando salí de mi cirugía de apéndice.  Recuerdo que fue en su hombro que lloré la pérdida de mi querida mamá. Fue en sus oídos que derramé los lamentos de un noviazgo terminado.
 
A pesar del esfuerzo para recorrer mi mente, no conseguí acordarme de una sola vez en que tomé el teléfono para llamarlo y decirle a él lo importante que era para mí contar con su amistad.  Al final, yo era una persona muy ocupada, no tenía tiempo.  No recuerdo de una sola vez en que me preocupé por conseguir un texto gratificante para enviarle a él, o cualquier otro amigo, con el objeto de darle un día mejor. No tenía tiempo.  No recuerdo haber sido capaz de levantar el teléfono y llamar solo para saludarlo. No tenía tiempo.  No recuerdo de hacer cualquier tipo de sorpresa, como aparecer con una botella de vino y el corazón abierto dispuesto a oír. No tenía tiempo.  No recuerdo de algún día en que estuviese dispuesto a oír sus problemas.  No tenía tiempo.
 
Tal vez, él que siempre inundó mi mundo con su iluminada presencia, estaba sintiéndose muy solo.  Quizás los mensajes que constantemente dejó en mi contestadora, pudieron ser su modo de pedir ayuda.  Aquellos mismos mensajes que simplemente nunca contesté, jamás se borrarán de mi conciencia.  Estas dudas que ahora me inundan, nunca más tendrán respuestas.  Mi falta de tiempo me impidió responderle.
 
Ahora, lentamente elijo ropa negra, digna de mi estado de ánimo.  Tomo el teléfono y le aviso a mi jefe que no iré a trabajar hoy, y quien sabe mañana o después... tomaré el día para homenajear con mi llanto a una de las personas que más amé en la vida.  Al colgar el teléfono, veo con sorpresa, entre lágrimas, de que para esto,tengo tiempo.  Además, he descubierto que si no tomas las riendas de tu vida, el tiempo te devora y te esclaviza.
 
Hoy día, trabajo con el mismo entusiasmo de siempre, pero solamente soy "el profesional" durante mi jornada de trabajo.  Fuera del trabajo, soy un ser humano.  Nunca más un mensaje de mi contestadora se quedará sin por lo menos un "hola" de respuesta.  Trato constantemente de llenar el correo electrónico de mis amigos con mensajes de amistad y días mejores.  Escribo tarjetas de cumpleaños o de nacimientos, siempre recordándoles a las personas lo importantes que son para mí.  Abrazo constantemente a mis hermanos y a mi familia, pues los lazos que nos unen son eternos. 
 
Esos momentos suelen desaparecer con el tiempo, y todo el cuidado es poco; reparto sonrisas y abrazos a todos los que me rodean, al final para ¿qué guardarlos?  En fin, te recomiendo que encuentres un tiempito para desearle a alguien un feliz día, hoy y siempre.
 
Autor Desconocido   
 
HOY TE BENDIGO
 
Que el camino surja a tu encuentro, que el viento esté siempre a tu espalda, que el sol brille cálidamente sobre tu cara,la lluvia caiga suavemente sobre tus campos y,hasta que nos encontremos de nuevo, que Dios te guarde en la palma de su mano.  Que tu vida esté llena de:
 
    Entusiasmo, para ver hacia adelante
    Felicidad, para mantenerte dulce
    Problemas, para mantenerte fuerte
    Penas, para saberte humano
    Esperanza, para seguir luchando cada día
    Fracasos, para mantenerte humilde
    Éxitos, para mantenerte anhelante
    Amigos, para vivir la vida
    Riqueza, para satisfacer tus necesidades
    Fe, para desterrar la depresión
    Decisión, para hacer que cada día sea mejor
    Amor, porque sin amor nada somos
 

 Pedro: el sediento de Dios



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