lunes, 23 de agosto de 2010

El buen Cristiano


EL BUEN CRISTIANO

Camino a la iglesia, un joven estudiante fue sorprendido por la presencia de un mendigo. Sin embargo, como buen cristiano, el estudiante intentó consolar al pobre hombre diciéndole:
-    "Que Dios te dé un buen día".
Ante esto el mendigo replicó:
-    "Hasta el momento, nunca he tenido un mal día".

Entonces, el niño le dijo:
-    "¡Qué Dios te dé buena suerte!".
-    "Hasta ahora, no he tenido mala suerte", respondió el mendigo.

-    Bueno –continuó el joven- que Dios te dé la felicidad.
-    "No he sido infeliz hasta el momento", dijo el hombre.

El escolar entonces le preguntó al mendigo:
-    "¿Me puedes explicar lo que acabas de decirme?"
-    Y el mendigo contestó:
-    "Con gusto".

Tú me deseaste un buen día, pero todavía no he tenido un día malo pues cuando tengo hambre o frío, oro al Padre Celestial.  Tú deseaste que Dios me dé buena suerte; sin embargo, hasta el momento no he tenido mala suerte debido a que vivo con Dios y siempre supe que todo lo que Él hace por mí es siempre lo mejor.  Cualquier cosa que Dios me dé, sea ésta agradable o desagradable, lo acepto con mucha alegría. Esa es la razón por la que nunca he tenido mala suerte.

Finalmente, tú deseaste que Dios me haga feliz. Pero nunca he sido más feliz en mi vida que ahora pues todo lo que deseo es seguir el plan que Dios tiene para mí.  He seguido el plan de Dios con toda la fidelidad posible, así que cualquier cosa que Dios quiera para mí, yo también lo quiero.  Es por ello que nunca he sido infeliz.

"Las palabras son los peldaños de la escalera de nuestra comunicación".  Así pues, hemos de cuidar que cada tramo esté bien construido, que no sea resbaladizo, que no esté carcomido, que no provoque más caídas o problemas en nuestra relación con los demás.
 
    Una palabra cualquiera puede ocasionar una discordia.
    Una palabra cruel puede destruir una vida.
    Una palabra amarga puede provocar odio.
    Una palabra brutal puede romper un afecto.
    Una palabra agradable puede suavizar el camino.
    Una palabra a tiempo puede ahorrar un esfuerzo.
    Una palabra alegre puede iluminar el día.
    Una palabra con amor y cariño puede cambiar una actitud.
 
Elijamos bien una palabra hoy, porque con una palabra podemos perder o ganar un amigo.
 
Autor Desconocido   
 
HABLAR Y CALLAR
 
    Hablar es fácil, pero callar requiere prudencia y dominio.
    Hablar oportunamente, es acierto.
    Hablar frente al enemigo, es civismo.
    Hablar ante la injusticia, es valentía.
    Hablar para rectificar, es un deber.
    Hablar para defender,es compasión.
    Hablar ante un dolor, es consolar.
    Hablar para ayudar a otros, es caridad.
    Hablar con sinceridad, es rectitud.
    Hablar de sí mismo, es vanidad.
    Hablar disipando falsos, es conciencia.
    Hablar de defectos, es lastimar.
    Hablar debiendo callar, es necedad.
    Hablar por hablar, es tontería.

    Callar cuando acusan, es heroísmo.
    Callar cuando insultan, es amor.
    Callar las propias penas, es sacrificio.
    Callar de sí mismo, es humildad.
    Callar a tiempo, es prudencia.
    Callar palabras inútiles, es virtud.
    Callar debiendo hablar, es cobardía.

Autor Desconocido   

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