lunes, 19 de julio de 2010

Dime

DIME

    Dime por favor ¿dónde estás, en qué rincón puedo no verte, dónde puedo dormir sin recordarte y dónde recordar sin que me duela?
    Dime por favor ¿dónde pueda caminar sin ver tus huellas, dónde puedo correr sin recordarte y dónde descansar con mi tristeza?
    Dime por favor ¿cuál es el cielo que no tiene el calor de tu mirada y cuál es el sol que tiene luz tan sólo y no la sensación de que me llamas?
    Dime por favor ¿cuál es el rincón en el que no dejaste tu presencia?
    Dime por favor ¿cuál es el hueco de mi almohada que no tiene escondidos tus recuerdos?
    Dime por favor ¿cuál es la noche en que no vendrás para velar mis sueños, que no puedo vivir porque te extraño y no puedo morir porque te quiero?

Jorge Luis Borges   
(Poemas del Alma)
 
PLEITO ENTRE AMAR Y QUERER
 
Me muero por preguntarte si es igual o es diferente querer y amar, y si es cierto que yo te amo y tú me quieres.  Amar y querer se igualan cuando se ponen parejos el que quiere y el que ama.  Pero es que no da lo mismo…  Dicen que el querer se acaba y el amar es infinito; amar es hasta la muerte, y querer, hasta el olvido.

Dile al que te cuente historias que el mundo es para querer, y amar es la misma cosa.  Querer no es amar.  Amando hay tiempo de amarlo todo: a Dios, al esposo, al mundo; tocar el borde y el fondo y amar al hijo del pueblo como al hijo del esposo.  ¿Querer es ser para uno y amar es ser para todos?  No; amar es amar, y amar es como amar de dos modos: a unos como hijos de Dios, y como a Dios, a uno solo.  ¿Amar y querer? Parece que amar es lo que abotona y querer lo que florece. 

Dicen que amar no hace daño donde querer deja huella.  Si querer es con la uña donde amar es con la yema, querer es lo del deseo y amar es lo del servicio; querer puebla los rincones, amar puebla los caminos; queriendo se tiene un gozo y amando se tiene un hijo.  Amar es con luz prendida; querer, con la luz apagada; en amar hay un desfile, y en querer hay más batalla.  Luego querer no es amar; querer es guerra con guerra y amar es guerra con paz.  Querer no es lo que tú sientes, querer no es lo que tú piensas; tu querer de agua tranquila ni bulle ni arrastra piedras. 

Querer no es esa apacible ternura que no hace huella.  Querer es querer mil veces en cada vez que se quiera.  Querer es tener la vida repartida por igual entre el amor que sentimos y la plenitud de amar; es no dormir por las noches, es no ver de día el sol, es amar sin dejar sitio ni para el amor de Dios; es tener el corazón entre las manos guardado, y si ella pasa, sentir que se nos abren las manos; es tener un niño preso y envejecido en la cuna; querer es brasa que vive de la propia quemadura; es no reír, porque hay algo de lágrima en la sonrisa; es no comer, porque sabe a corazón la comida; es haber amanecido sin habernos explicado cómo sin haber dormido pudimos haber soñado.

Todo esto es querer y amar, y amar es más todavía, porque amar es la alegría de crearse y crear.  Es algo como una idea que inventa lo que se quiere, porque el quererlo lo crea.  No hay un hombre que supere a la versión que de ese hombre da la mujer que lo quiere; ni existe mujer tan bella, ni existe mujer tan pura como la que se figura el hombre que piensa en ella.  Por eso, el estarte amando, si con un amor te quiero, con otro te estoy creando,  y tú, en el amor que sientas, si con un querer me quieres, con otro querer me inventas. 

Pero allí no se detiene la creación del amor e inventa un mundo mejor para el que ni mundo tiene.  Y el amor se vuelve afán de gritarle al pordiosero: "Quiero, y porque quiero, quiero que nadie te quite el pan" que nadie te quite el vino, que no te duela en los pies la limosna del camino; que te alces, alzado y frío el puño de tu derecho, prestado en rabia a tu pecho el amor que hay en el mío.  Del obrero y sus quereres todo el rescoldo se vea cuando haga la chimenea suspirar a los talleres, y en la voz del campesino vaya un poco de mi amor, como de savia en la flor, como de agua en el molino; y sí el amor es caricia que se nos va de las manos para servicio humanos en comisión de justicia. 

Amar es querer mejor, y si le pones medida, te resulta que el amor es más ancho que la vida.  Amar es amar de suerte que al ponerle medidor te encuentras con que el amor es más largo que la muerte.  Y en el querer lo estupendo, y en el amar lo profundo, es que algo le toque al mundo de lo que estamos queriendo.

Andrés Eloy Banco   
 
¿LA RAZÓN O EL CORAZÓN? 
 
¿Y si en realidad el tiempo no lo pudiese todo, si no fuese tan cierto que  las cosas con el pasar de los días se van olvidando, o las heridas no se van cerrando, cuántas cosas cambiarían?  Sin embargo, un buen día, quizá el menos pensado, todo el castillo que  creías tan sólido comienza a temblar, porque te encuentras de nuevo cara a  cara con el dolor, con ese sentimiento tan helado y tan dormido del que ya casi ni te acordabas, y que, muy a pesar de todo, sigue ahí, y comienza a  despertarse con todas las fuerzas acumuladas por el tiempo en que estuvo inactivo y quiere salir, quiere gritar que está vivo y que va a dar pelea, y  es ahí cuando tu corazón se rebela, y quiere demostrar lo que en realidad siente, eso que tu cabeza le hizo guardar, y es ahí cuando comienza una terrible guerra entre la razón y el sentimiento, y quién sabe qué es lo que  realmente vale más, porque la razón piensa:
 
¡Otra vez no! ¿o acaso no te acuerdas el tiempo que te costó volver a ponerte en pie?, ¿O no te acuerdas de esas noches sin dormir, de esos desvelos y angustias, de tus días vacíos, de tus noches sin estrellas?.
¿Quieres realmente volver a vivir todo eso, o ahora que ya estás de pie, no  sería mejor que anduvieras por otros caminos?  Porque, sinceramente, amores no te faltan, tienes la capacidad de enamorar  a quien quieras, y te vas a hacer problema por alguien que, en  realidad, no sabes si te quiere, y no sabes qué te oculta?
 
¡Piensa, no te equivoques!  Una vez creíste tocar el cielo con las manos y en un instante descendiste  al  más profundo de los infiernos, ¿crees que vale la pena?.  Haz lo que te digo, no existen los amores eternos, y seguramente, todo eso lo único que te va a hacer es ilusionarte y volverte a lastimar."   Y se hace un silencio eterno... 
 
El corazón, aturdido por las palabras de la razón, se queda sin aliento, pero después de un rato de pensar, donde la razón ya creía tener ganada la  partida, el corazón replica:  "No sé si tus palabras son del todo ciertas, pero si sé que no son tampoco del todo equivocadas:  no es lo mismo pensar que sentir, no es lo mismo razonar que hacer las cosas impulsivamente, porque los que piensan son aquellos que nunca se arriesgan,  y pobre de aquel que no esté dispuesto una vez en su vida a perderlo todo por la persona que ama, pobre de aquel que no está dispuesto a olvidar, porque nunca será perdonado, pobre de aquel que es tan ciego y vacío, que no es capaz de dejar de lado todas las trivialidades de la vida por amor.  Pobre de quien teniendo en frente el amor de su vida, no es capaz de  quitarse la careta y sentir.  
 
Porque el amor no sólo es alegría, no sólo es paz y ternura, el amor es  también dolor y lágrimas, es angustia y desvelo, es muchas cosas, pero bueno, la verdad es que no sé qué pesa más, si la razón o el sentimiento.  Lo que sí sé es que si uno no siente, se transforma simplemente en una  roca, una cosa que no es capaz de demostrar cariño y confianza, un cuerpo sin alma. Por eso, creo que uno debe jugarse por lo que siente, le puede salir bien  o  mal, puede equivocarse o vivir el resto de su vida con la persona que ama.  Lo que sí es cierto es que jamás perdonaría a alguien que por rencor o desconsuelo no sea capaz de tomar a la persona que ama, y gritarle a todo el mundo que por esa persona daría la vida.  Y, por último, otra cosa que tengo bien clara, es que el que se enamora soy yo, y el amor se siente con el corazón, no con la cabeza.
 
Se hizo silencio, y sin mediar palabra, el corazón decidió tomar el camino correcto, y fue tras el amor...  Aquí está la mejor respuesta a todas las locuras que cometemos en busca del amor.
 
Autor Desconocido   


 Pedro: el sediento de Dios





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