jueves, 2 de diciembre de 2010

SÓLO TENGO 17 AÑOS

 


 
 
 
SÓLO TENGO 17 AÑOS

Yo morí en un día ordinario de escuela.  El día de mi muerte, era tan común como cualquier día de mis estudios escolares.  Nada más que, como de costumbre, me hubiera ido en el autobús, aunque me chocaba por dentro.  Ah, recuerdo la larga mentira que le conté a mamá para que me prestara su automóvil.  Entre los muchos ruegos y súplicas, dije que todos mis amigos manejaban y que considerara como un favor especial si me lo prestaba.

Cuando sonó la campana de las 2:50, arrojé todos mis libros a mi casillero, quedaba libre hasta el día siguiente a las 8:40.  Corrí al estacionamiento, emocionado por tener la oportunidad de manejar un automóvil y sentirme libre de mis actos.  ¡Libre! 

No importa cómo sucedió el accidente.  Manejaba a excesiva velocidad, tomando riesgos alocados, pero me divertía gozando de mi libertad.  Lo último que recuerdo fue cuando rebasé a una anciana que me pareció, manejaba exageradamente despacio.  Escuché el ruido del choque y sentí un fuerte sacudimiento.  Astillas de cristal y partes de acero volaron por todas partes.  Pareció que todo mi cuerpo se volvía para afuera.  Escuché mis gritos, súbitamente desperté.  Todo era quietud.  Un oficial de la policía estaba de pié inclinado sobre mí.  Luego vi a un doctor. Mi cuerpo estaba deshecho, todo cubierto de sangre.  Astillas de vidrio me salían por todas partes.  ¡Qué cosa tan rara, yo no sentía nada!

Oigan, no saquen eso, no pongan esa sábana sobre mi cuerpo.  No es posible que haya muerto.  Sólo tengo 17 años.  Para hoy en la noche tengo una cita con una muchacha.  Se supone que voy a crecer y tener una vida feliz.  ¡No he empezado a vivir!  ¡No puedo estar muerto!

Más tarde me colocaron en un cajón.  Mis padres tuvieron que venir a identificarme.  ¿Por qué tendrían que verme en estas condiciones?  ¿Por qué tuve que ver los ojos de mi madre cuando se enfrentó a la tragedia mayor de su vida?  Papá súbitamente envejeció.  Dijo al encargado con voz ronca:  "Sí, es mi hijo".

El sepelio fue una experiencia macabra.  Vi a mis padres y amigos encaminarse hacia el féretro.  Uno a uno fueron pasando delante de mí, contemplándome con las miradas más tristes que he conocido.  Algunos de mis amigos rompieron en llanto, varias chicas tocaron mi mano y se alejaron sollozando. 

¡Por favor, que alguien me despierte!  Sáquenme de aquí, no puedo soportar ver a mis padres todos deshechos.  Mis abuelos están tan abrumados de dolor, que difícilmente pueden caminar.  Mis hermanos y hermanas parecen zombies.  Se mueven como robots.  Todos están atolondrados.  Nadie quiere creer lo sucedido.  ¡Ni yo mismo puedo creerlo! 

¡Por favor!, por favor no me entierren, porque no estoy muerto.  Tengo mucha vida por delante.  Quiero reír y correr otra vez.  Quiero cantar y bailar.  Por favor, no me sepulten dentro de la tierra.  Te prometo Dios mío que seré el automovilista más cuidadoso del mundo.  Si sólo me das otra oportunidad.  Todo lo que quiero es sólo una oportunidad más.  ¡Díos mío! Sólo tengo 17 años.

Autor Desconocido   

 
Si quieres escuchar esta reflexión en la maravillosa voz de Mariano Osorio, entra a:

http://www.youtube.com/watch?v=QJgDNS_8Sa0&feature=related
 
 
CUANDO UN HIJO SE VA
 
La ley de la vida indica que deben ser los hijos quienes deben enterrar a sus padres, por lo que nadie está preparado para que esta relación se invierta.  La muerte de un hijo es totalmente devastadora para cualquier padre, sin importar la causa de la muerte o la edad. Su sufrimiento es intenso, duradero y muy complejo.
 
Culpabilidad
 
Muchas veces, los padres experimentan culpa por haber sobrevivido a su hijo.  Los padres se preguntan a menudo qué habrían podido hacer para prevenir las situaciones que pudieron haber causado la muerte de su hijo.  Las afirmaciones de personas, que tratan de consolar a los padres diciendo que el hijo falleció como resultado de sus propias acciones, no puede aliviar el dolor que experimentan los padres, ni sus intensos sentimiento de aislamiento y derrota.
 
De cara al futuro
 
Muchos padres sienten que no tienen razón para vivir, pero también pueden pensar en distintas formas de lograr salir de este intenso dolor. Si embargo, es posible lograr un nuevo propósito y significado en la vida.  El dolor se calma. Uno de los desafíos más exigentes a los que harán frente los padres, es a una nueva forma de encarar su vida. La pérdida de un objetivo, y vivir pensando en qué será de su vida sin su hijo, puede ser realmente muy perjudicial.
 
Como familia, habla de esta muerte con otros miembros; habla de tu pérdida y de tu dolor. Habla de los buenos momentos que tanto recuerdas. Otros miembros de tu familia (tu pareja, otros hijos, hermanos) se afligirán a su propia manera. Intenta entender esto: Es mejor expresar las sensaciones antes que guardarlas dentro. El llanto es sano y terapéutico.

Deja que tus amigos te ayuden. Cuando te pregunten qué pueden hacer ellos por ti, no te asustes de comunicarles tus necesidades y las posibilidades que ellos tienen de ayudarte. Esto, también les ayudará a ellos.
 
Muchos padres han encontrado que participando de un grupo autoayuda, pueden lograr realmente muchos avances. Al compartir sus experiencias con otras personas que han recorrido el mismo camino, se puede ganar una mayor comprensión de sus reacciones, y aprender diferente formas de hacer frente a la desgracia. En caso de extrema necesidad, es también recomendable la búsqueda de ayuda profesional.
 
Muchos padres en duelo, desean también hacer algo constructivo en memoria de sus hijos que se han ido. Muchos han establecido fundaciones, han plantado árboles, o se han involucrado en alguna ayuda comunitaria. Para muchos, estos actividades mantienen vivas las memorias de sus hijos, dándole a ellos mismos y a los demás la oportunidad de sentir la belleza de la vida y el amor de los hijos perdidos.  Estas actividades no sólo son un tributo maravilloso hacia tus hijos, sino que también pueden ser muy curativas y terapéuticas, proporcionando además un sentido de vida como persona y como padre (o madre).
 
Alguien ha muerto, pero el amor que tú compartiste con tu hijo, nunca será destruido. Aún cuando la muerte llegó, el amor nunca se irá.
 
 
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