martes, 1 de junio de 2010

La Niñez

LA NIÑEZ
 
La niñez, una época que todos hemos conocido, los momentos mágicos en que la vida parecía buena y maravillosa, en que nuestros mundos nos tenían totalmente fascinados, ajenos a las tragedias.
 
El adulto humano no tiene porqué idealizar al niño, o desear encarecidamente poder ser niño otra vez en edad para alcanzar un estado infantil de existencia, para alcanzar un estado de conciencia en el que la tierra y todas las cosas corrientes parezcan «adornadas de luz celestial».  Los niños poseen esa capacidad mágica de dejar en suspenso sus problemas y simplemente dejarse ir, darse a sí mismos permiso para ser libres; aún no han perdido la capacidad de saber vivir ahora.
 
La mayoría de los adultos nos vemos obligados a sospechar que hemos perdido ya esa capacidad, y quizá creemos que, sólo por ser adultos, no podemos recuperarla nunca. Tenemos envidia de los niños.  Los niños no tienen problemas para saber pasarla bien, para hacer que resulten divertidas hasta las peores situaciones.  El adulto que hay en nosotros no se pondrá a jugar en la hierba pero dentro de cada uno de nosotros hay un niño maravilloso al que le encantaría retozar en la hierba, no preocuparse de si ensucia la ropa o no, ni de lo que pensarán los demás. 
 
Si ve que echa de menos a ese niño que lleva dentro, quizá pueda empezar a establecer contacto con él reconociendo que, en realidad, no está muy lejos y lo único que le inhibe es su propia resistencia a reconocer y a aceptar ese niño.  Aprecie lo divertido que es andar con gente que es capaz de ser como los niños. Suelen ser la gente más feliz, la que mejor funciona, la que no ha olvidado que es posible ser responsable y ser responsable al mismo tiempo, que sabe un poco más que la mayoría dejar que salga el niño que hay en su interior, que no temen lo que piensen los otros; gente que puede sumergirse a veces por completo en lo fantástico, lo mismo que cuando eran niños.
 
Esa gente sabe que la «vida real» es saber madurar a base de combinar continuamente la seriedad y el juego en la mayor cantidad.  Son gentes que retienen una especie de inocencia y de curiosidad infantiles por el hecho de estar vivos y que saben, por tanto, ser buenos adultos sin dejar de apreciar y cultivar a los niños que llevan dentro; son las personas que pueden servir mejor de modelo a los demás.
 
Sean cuales sean su edad y experiencia, comprenda usted que lleva dentro un niño que ansía escapar de la cárcel que ha construido para él. Y si a usted no le gusta él o los demás niños, ese niño jamás alcanzará la libertad.  La mitología ha sostenido siempre que hay en algún lugar del mundo un manantial mágico cuyas aguas devuelven la juventud y mantienen a los seres humanos eternamente jóvenes. Uno es lo joven que piensa que es. El mito de ésa búsqueda de la juventud perdida en cualquier cosa externa a usted sirve para recordarle que tiene en su interior una fuente ilimitada a la que puede recurrir en cualquier momento, siempre, por el simple procedimiento de ser niño de nuevo.

Dr. Wayne Dyer   
 
HIJO, QUISIERA...
 
Hijo, quisiera estar seguro de haberte enseñado:
 
    A disfrutar del amor
    A confiar en tu fuerza
    A enfrentar tus miedos
    A entusiasmarte con la vida
    A pedir ayuda cuando la necesites
    permitir que te consuelen cuando sufres
    A tomar tus propias decisiones
    A hacer valer tus elecciones
    A ser amigo de ti mismo
    A no tenerle miedo al ridículo
    A darte cuenta que mereces ser querido
    A hablar a los demás amorosamente
    A decir o callar según tu conveniencia
    A quedarte con el beneficio de tus éxitos
    A amar y a cuidar el pequeño niño que hay en ti
    A superar la adicción de la aprobación de los demás
    A no absorber las responsabilidades de todos
 
Hijo, quisiera estar seguro de que te enseñé:
 
    A ser consciente de tus sentimientos y actuar en consecuencia
    A no perseguir el aplauso sino tu satisfacción con lo hecho
    A dar porque quieres, nunca porque creas que es tu obligación
    A exigir que se te pague adecuadamente por tu trabajo
    A aceptar tus limitaciones y tu vulnerabilidad sin enojo
    A no imponer tu criterio ni permitir que te impongan el de otro
    A decir que sí, solo cuando quieras y decir que no sin culpa
    A vivir en el presente y a tener expectativas
    A tomar más riesgos, a aceptar los cambios y revisar tus creencias
    A trabajar para sanar tus heridas viejas y actuales
 
Hijo, quisiera estar seguro de haberte enseñado:
 
    A tratar y exigir ser tratado con respeto
    A planear para el futuro pero no vivir en él
    A valorar tu intuición
    A desarrollar relaciones sanas y de apoyo mutuo
    A hacer de la comprensión y el perdón tus prioridades
    A aceptarte así como eres
    A no mirar atrás para ver quién te sigue
    A crecer aprendiendo de los desencuentros y de los fracasos
    A permitirte reír a carcajadas por la calle sin ninguna razón
    A no idolatrar a nadie, y a mí menos que a nadie
 
Tu Papá
 
Jorge Bucay   


 



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