EL APOSENTO ALTO
Domingo, 6 de junio de 2010
Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro, tú nuestro alfarero; ¡todos fuimos hechos por ti mismo! ¿De quién eres?
Léase Salmo 139.13-18
-– Isaías 64.8 (VPEE)LOS niños pueden ser muy espontáneos al establecer amistad. Por esta razón, la simpatía y curiosidad de una niña me hizo detener y contestar sus preguntas sobre quién yo era y qué hacía en la casa donde me encontraba. «¿Qué eres de la señora de la casa?», me preguntaba. Luego de contestar sus preguntas y explicar la relación que tenía con mi suegra, me sorprendió la pregunta que me hizo: «¿Eres de Dios?». La pregunta me hizo pensar a qué se refería. ¿Estaría preguntándome por alguna religión en particular? Sentí que aquella pregunta era más compleja de lo que parecía y me inquietó. Pero, sin pensar más, contesté con toda seguridad: «Sí, soy de Dios».
Es grandioso poder pronunciar esas palabras. Antes de estar en el seno de nuestra madre, Dios nos había conocido y amado tanto que dio a su hijo Jesucristo para que muriera por nuestros pecados. Dios nos ama con el más puro y grande amor. Él es nuestro Padre por excelencia, y como sus hijos e hijas podemos afirmar: Sí, soy de Dios, pues a Él pertenezco.
Sa. Lydia E. Cruz Algarín (San Juan, Puerto Rico)
Oración:
Oh Dios, ayúdanos a vivir y a honrarte de manera que otras personas puedan distinguirnos como tuyos. Amén.
PENSAMIENTO PARA EL DÍA
Gozamos de la oportunidad y del privilegio de ser hijos/as de Dios.
OREMOS:
Por quienes aún no conocen a Dios en forma personal.
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