EL APOSENTO ALTO
Jueves, 3 de junio de 2010
El amor del Señor no tiene fin, ni se han agotado sus bondades. Cada mañana se renuevan... Continúa allí
Léase el Salmo 27
-– Lamentaciones 3.2223 (VPEE)EN ocasiones, cuando era niña, mi abuela me cuidaba. Puedo recordar una vez que me desperté llorando y llamándola. Finalmente, aun llorando, fui a la sala y la encontré sentada frente a nuestra chimenea. Sorprendida de verme tan angustiada, me aseguró de que no se había ido y que continuaría cuidándome. Regresé a la cama en paz, sabiendo que mi abuela nunca dejaría de amarme y cuidarme.
De la misma forma, Dios nunca deja de amarnos, de cuidarnos ni de obrar en nuestro favor. Aun así, frente a la enfermedad y las heridas, las decepciones, los desastres, el luto y la soledad, a menudo luchamos por sentir la presencia consoladora de Dios. Deseamos sentir la seguridad de que Dios continúa siendo el Señor de nuestras vidas, y que siempre nos ama.
En tales momentos, nos debemos recordar a nosotros/as mismos/as que Dios ha prometido no abandonarnos nunca (Vea Hebreos 13.5). A menudo es solamente al recordar los momentos difíciles y dolorosos en nuestras vidas, que vemos la gracia de Dios, su bondad y su fidelidad hacia nosotros/as.
Sra. Janette Hughson (Lothia del Oeste, Escocia)
Oración:
Amado Padre, en todos nuestros sufrimientos, ayúdanos a confiar en tu amor inalterable. Amén.
PENSAMIENTO PARA EL DÍA
Aunque yo pueda cambiar, Dios no cambia.
OREMOS:
Por el ministerio de los/as abuelos/as.
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